18 jun 2008

La pintura gitana de Judea Heredia

1-15.01.2004/ “Los gitanos tienen mucho arte” es una frase que se repite hasta la saciedad cuando se habla del pueblo gitano. Ahora bien, en la mayoría de los casos, quien hace esta afirmación se refiere a la infinidad de buenos cantaores y bailaores que ha dado esta comunidad a lo largo de los años.
Pero en el caso de Judea Heredia Heredia, hablamos de otro tipo de arte. Esta joven gitana es pintora, pinta gitanos, sobre todo mujeres, en los que se aprecia la influencia del idealismo romántico de Apperley y el personal estilo de Julio Romero de Tormes, dos pintores a los que admira.
Judea Heredia nació en el Albayzín, en Granada, el día 9 de junio del año 1975, y floreció dentro de una estirpe repleta de arte en cualquiera de sus facetas. Biznieta de la Faraona y del Catite, y nieta del gran escultor gitano Luis Heredia Amaya. Su infancia transcurrió entre el Sacromonte y el estudio de su abuelo, quien le inculcó de pequeña el amor por el arte, sobre todo por el arte gitano. Se educó en la escuela del Ave María de su barrio Sacromontano, pero en vez de hacer sus tareas escolares, se ponía a pintar en sus libretas, revelándose a muy temprana edad como una magnífica pintora a carboncillo.
Siguiendo los pasos de su abuelo, a los doce años ingresó en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Granada, pero su estilo no eran las Venus, ni los paisajes, lo suyo era lo gitano, la fuerza, el carácter, y eso lo llevaba sobradamente en la sangre, en su sangre gitana.
Judea Heredia Heredia es un auténtico torbellino de pasiones encontradas, de arte, de fuerza y de carácter, que se aúnan en una alma llena de profundidad y sentimiento hacia todo lo gitano. La joven siempre ha estado sumergida en ese mundo de arte de la envolvía, tanto familiar como socialmente, y que con fuerza étnica empujó el movimiento fuerte y acompasado de su corazón y sus sentimientos.
Con 18 años perfeccionó su capacidad para reproducir la luz y la oscuridad, así como para reflejar los matices más vitales y profundos en sus retratos.
Quiso que su primera exposición fuera en una cueva del Sacromonte, por donde desfilaron miles de turistas, entre ellos un japonés de Tokio, quien le propuso comprarle todos los trabajos que hiciera y relanzarla en su país de procedencia. Pero, dado su origen gitano, y al igual que hizo su abuelo Luis Heredia, que fue profeta en su tierra, Judea Heredia Heredia quiere subir peldaño a peldaño el camino de la fama desde su Granada.
Su objetivo es su arte, y de ello ha hecho su profesión, ella no quiere otra cosa.
De la pintura de Judea, dicen los críticos de arte, que perciben mucha fuerza, mucha sensibilidad. Mucha gente ha dicho, cuando visita las exposiciones, que le atraen los ojos. Los ojos gitanos que pinta Judea, atraen.

La figura del abuelo
Como ya hemos comentado, la figura de su abuelo Luis Heredia Amaya ha sido fundamental en el desarrollo personal y artístico de la joven pintora gitana.
Luis Heredia Amaya nació en el Sacromonte en Granada, el día 10 de enero de 1920, en el seno de una familia gitana. Su padre, ‘El Catite’, era herrero de fragua. En tiempos de Alfonso XIII hacía herrajes para los caballos. Su madre era una bailaora del Sacromonte (‘La Faraona’).
A muy temprana edad, ingresó en la escuela de Artes y Oficios Artísticos de Granada, consiguiendo varios diplomas y premios, revelándose como un gran escultor en talla de piedra. Tuvo como maestro al escultor Molina de Haro y a Mariano Benlliure, pero él tuvo un estilo propio, el de su pueblo.
Su extenso conocimiento del cuerpo humano propició que ejerciera de profesor de anatomía en la Facultad de Medicina de Granada. Expuso sus obras en varias partes del mundo, pero su primera exposición fue en el año 1948, en el Corral del Carbón. Hombre de gran humanidad y sentimiento, murió del día 4 de junio del año 1985.

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